El juego de la exclusión en la inclusión

Cuando hablamos de inclusión, nos referimos a la apertura y aceptación de todas las personas, sin importar su origen, género, orientación sexual, capacidad, religión o cualquier otra característica que pueda diferenciarlas. Es un concepto hermoso y necesario en nuestra sociedad, pero lamentablemente, puede caer en trampas sutiles que limitan su verdadero alcance.

La exclusión puede manifestarse en diferentes formas, incluso dentro de los espacios que se autodenominan inclusivos. Puede suceder cuando ciertas voces son ignoradas o minimizadas, cuando se refuerzan estereotipos o se perpetúan prejuicios sin cuestionarlos. También puede darse cuando se privilegian ciertos grupos o identidades por encima de otros, generando divisiones y brechas.

Es fundamental comprender que la inclusión no es un juego de suma cero. No se trata de «quién merece más» o de un enfrentamiento entre diferentes identidades. La verdadera inclusión se construye desde una mirada interseccional, reconociendo que las personas pueden experimentar múltiples formas de discriminación y que sus luchas son válidas y necesarias.

En este juego de la exclusión en la inclusión, debemos ser conscientes de nuestros privilegios y aprender a usarlos para derribar barreras en lugar de fortalecerlas. No es suficiente con abrir puertas, debemos asegurarnos de que todas las voces sean escuchadas y valoradas. Debemos cuestionar nuestras propias creencias y prejuicios, y estar dispuestos a cambiar y crecer.

El verdadero desafío está en reconocer que la inclusión no es un destino final, sino un camino constante de aprendizaje y evolución. Debemos estar dispuestos a enfrentar las tensiones y los desafíos que surgen al confrontar nuestras propias ideas y privilegios. Solo así podremos crear espacios verdaderamente inclusivos, donde cada persona se sienta segura y valorada.